jueves, 15 de octubre de 2009

Después de la influenza porcina.

Escrito el día 5/05/2009, después del aislamiento por influenza AH1N1 en la ciudad de México.

Bueno pues, al parecer todo va regresando a la normalidad y se acabará el seudo-aislamiento voluntario u obligatorio para algunos. Hubo lugares que lucieron vacíos y otros muy llenos (como el caso de las clínicas del sector salud), pero que bueno que regresamos a "reactivar" la economía.


¿Ya leyeron el manual de medidas preventivas obligatorias para escuelas y algunos lugares como restaurantes y sitios de esparcimiento de mayor afluencia? ¿Cómo que en el cine estaremos separados por dos butacas?, no importa si vas sólo o acompañado, la regla es ésa. ¿Y el arrumaco en la obscuridad? ¿Y las palomitas compartidas? ¿A quién le pellizcaré el torso de la mano en las películas de terror?

Ni modo, tendremos que obedecer reglas.

Sobre el uso del cubre bocas estoy de acuerdo, no tanto por la influenza, si supieran la cantidad de partículas orgánicas e inorgánicas que flotan en la atmósfera de la ciudad de México, lo usarían de por vida, y bueno, lavarse las manos...¿alguien tiene algo en contra? Higiene básica no? Hay personas que lo toman con humor y decoran sus cubre bocas o los confeccionan con telas que incluso combinan con la vestimenta del día, claro, cuidando que sea de algodón, doble tela y punto cerrado.

Antes de que declararan cierre total a varios giros de establecimientos, me dí una vuelta por uno de los lugares que más he visitado en mi vida, de hecho, creo que es el que más he visitado. Esta vez caí en la cuenta, que es un lugar que he compartido con la gente que ha sido muy importante en mi vida...amores,amigos, familiares y hasta acérrimos enemigos antes de que lo fueran. Debo aclarar que no fuí con todos mis amores, ni todos mis amigos, ni todos mis familiares, ni todos mis enemigos...no, sino los más importantes. No me había percatado de eso, no lo había hecho de manera conciente, pero ahora que regresé ahí, me sorprendí al darme cuenta de éso.

El lugar sigue gustándome, es uno de los pocos lugares que casi no ha cambiado, esta vez sólo percibí mayor número de ciclistas, pero el paisaje sigue igual, el olor a pino, a tierra mojada, el viento frío y el silencio.

Seguro que iré muchísimas más veces en lo que me resta de vida, sola o acompañada es un lugar que disfruto mucho, sobre todo si subo caminando por la vereda que está enmedio del bosque. Además, ahí no es necesario el uso del cubre bocas, casi no hay gente y me gusta más que el cine.

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