jueves, 15 de octubre de 2009

La amistad

Hace unos días tuve un encuentro extraño, me encontré con cierta persona en el lugar menos pensado, y digo menos pensado porque siendo la ciudad tan grande, es raro tener un encuentro con algún conocido en las calles del zócalo de la ciudad de México. Nuestras miradas se enlazaron a la distancia y con cierta prudencia nos observamos mientras nuestros caminos se encontraban para finalmente pasar de largo. No nos hicimos un sólo guiño, no intentamos sonreírnos…todo fue rápido, lo que tarda uno en caminar 5 metros. Después de ese “encuentro visual”, me quedé con una sensación desagradable en el estómago, “debí saludarla” pensé, pero no sé porque no lo hice. Ahora que subí algunas fotos en este espacio, la volví a ver…era la niña que durante 2 años coincidió conmigo en la misma primaria, el mismo grupo y que además pasábamos juntas todos los recreos compartiendo las tortas y bebiendo a veces de la misma botella. “Mi mejor amiga” le decía yo.Esto me hizo reflexionar sobre el motivo que me impidió, después de no verla durante muchos años (desde que salimos de la primaria), saludarla y preguntarle por su acontecer. Creo que la amistad es circunstancial; es decir, las circunstancias nos hacen de repente encontrarnos con mucha gente con la que compartimos cierto tiempo de manera muy cercana, pero para que realmente exista una amistad entrañable se necesita precisamente alejarla de las circunstancias. Después de salir de primaria, jamás me habló y tampoco lo hice yo, no existía aún el “e mail”, pero sí el teléfono, nunca la extrañé, llegaron nuevos “mejores amigos” y cuando las circunstancias cambiaron los dejé de ver y nunca más supe de ellos. El motivo por el cuál no la saludé fue el no saber cómo hacerlo, ¿qué le preguntaba?, una parte importante en la consolidación de cualquier relación es mantenerse al tanto uno del otro, la gente cambia constantemente y si no estamos al día, a la vuelta de unos años somos unos desconocidos para quien no supo nada de nosotros en ese lapso de tiempo. Eso pasó, caminando por las calles nos vimos, nos reconocimos, pero como ahora somos dos completas desconocidas la una para la otra, es lógico que haya cierta apatía por conocer el devenir de nuestras vidas.Admiro realmente a las personas que han logrado entablar amistades en donde uno sabe toda la vida del otro, que se involucran, que se comprometen, que se muestran vulnerables sin temor a ser lastimados. Las circunstancias nos llevan a conocer a mucha gente, pero el compromiso emocional es lo que realmente nos lleva a tener “mejores amigos”, y es que no basta con hablarse o verse de repente, ir a tomar un café, ir al cine o preguntar cómo te va en la vida o qué estás haciendo, no, un amigo entrañable es aquel que conoce tus dolores, tus placeres, tus planes, tus sueños…entregarse recíprocamente, que sea algunas veces tu “Pepe Grillo” y otras…¿porqué no? tu “Polilla”. Tener la confianza de decirle: “Toma la combinación de “mi caja fuerte” por si algún día me pierdo”. Sería gratificante ¿no?.Bueno, como escribió el poeta Jaime Sabines: “... yo no lo sé de cierto...”, pero me lo han contado.

No hay comentarios: